Que las finanzas públicas de Argentina estén desequilibradas, no sorprende a nadie. En los hechos, el 77% de los años desde 1961 hubo déficit primario. Y la cifra se incrementa a 90% si contemplamos el pago de intereses. 2009, el último año con ingresos superiores a gastos, queda muy lejano en el tiempo.

En este contexto, no fue una novedad que 2023 haya repetido la historia de siempre. En diciembre, las cuentas públicas base caja arrojaron un saldo negativo por $ 1,99 billones. Así, en todo el año acumularon un rojo de $ 4,48 billones (2,9% del PIB).

Dónde sí hubo estupor fue en la cuenta de intereses. Sólo en diciembre se pagaron $ 3,34 billones (1/3 de la base monetaria de fin de año) y en 12 meses alcanzaron $ 6,18 billones. De esta manera, el déficit financiero totalizó $ 11,67 billones, representando el 6,1% del PIB, el guarismo más grande desde 2017, excluyendo 2020 por la pandemia. Asimismo, en el comunicado oficial destacaron que la deuda flotante al 9 de diciembre ascendía a $ 3,05 billones.

La inflación licuó tanto los gasto como a los ingresos

En términos reales, el mes pasado los gastos disminuyeron 6,2% interanual. Las erogaciones corrientes recortaron 3,4% y las de capital 40,2%. En detalle, Prestaciones sociales se contrajeron 22,6% interanual real, logrando compensar las subas de Subsidios económicos (95,1%), Transferencias corrientes a provincias (46,2%) y Otros gastos corrientes (65,4%). Esta dinámica fue producto de que aún no se ha modificado la fórmula de movilidad, la cual contempla un rezago con relación a la inflación.

A pesar de la licuación real de gasto, los ingresos totales no pudieron equiparar la variación de precios, y se desplomaron 19,6% interanual real. Los ingresos tributarios se hundieron 20,7%, siendo Aportes y contribuciones a la seguridad social (-19%) y Débitos y Créditos (-29,5%) las cuentas que lideraron el deterioro.

¿Logrará la gestión de Milei revertir la tendencia deficitaria histórica de Argentina? La proclamación del objetivo de resultado financiero 0 funcionó como puntapié inicial para allanar el camino hacia una normalización. La sanción de la Ley de Bases (Ley Ómnibus) será clave para acelerar el delivery de las cuentas públicas.

Sin embargo, lo que hace un mes parecía un ambicioso plan de restructuración de 5,2 puntos del PIB, ahora creció a 6 puntos, sembrando dudas sobre la sustentabilidad del ajuste. Mientras tanto, nos adentramos en un escenario en el cual la recesión se profundiza: la actividad de noviembre cayó 1,4% mensual desestacionalizado, mientras que el REM espera que el PIB se desmorone 2,4% en todo 2024. En este marco, el objetivo de la consolidación fiscal se torna más desafiante.