La dinámica del comercio exterior de octubre convalidó un comportamiento que prácticamente se ha naturalizado a lo largo de casi 2 años: el incremento de la deuda de los importadores.

Veamos en detalle. Las importaciones del mes pasado, base devengado según INDEC, totalizaron USD 5.839 millones. Pero los pagos al exterior que registra el balance cambiario del MULC fueron menores. En rigor, la partida fue de USD 2.740 millones, pero junto con los seguros y fletes (USD 52 millones), el total de erogaciones alcanzó USD 2.793 millones.

En consecuencia, la deuda de importadores (la diferencia entre el concepto devengado y el percibido) en octubre habría sido de USD 3.046 millones, el registro mensual más grande desde la imposición del cepo. En términos acumulados, desde febrero de 2022 estos compromisos alcanzaron un saldo de USD 23.217 millones.

En otras palabras, el cepo y las disposiciones del Banco Central, que obligan a los importadores a financiar compras con sus proveedores internacionales, provocan una acumulación de pasivos externos cada vez mayor. De esta manera, el riesgo es que la cadena de pagos y las relaciones comerciales se resientan de forma permanente.

Al mismo tiempo, estamos en presencia de una demanda real de dólares reprimida de más de USD 23.000 millones. Si a este guarismo le sumamos los dividendos retenidos por empresas por las medidas draconianas, los “dólares que quieren salir” ascenderían a más de USD 50.000 millones. Este escollo es, sin dudas, un componente medular de la herencia que la gestión Javier Milei recibirá el próximo 10 de diciembre.

En un escenario de liberalización y salida inmediata del cepo, la cual el presidente electo descartó hasta resolver el problema de las Leliq, el Central estaría entre la espada y la pared. Esto se debe a que a fin de octubre el nivel de reservas brutas se ubicó en USD 22.500 millones, y las reservas netas en un negativo de USD 10.000 millones. La situación es crítica porque no hay dólares al tipo de cambio que a la gestión saliente le gusta.

La resolución de esta problemática debería estar dentro de las prioridades del gobierno entrante, ya que el impacto en la actividad (por escasez de insumos) y en los precios (por falta de bienes importados) podría acentuar la crisis económica actual.