Desde hace varios meses, el economista Carlos Melconian venía anunciando que tiene un programa económico integral para aplicar a partir de diciembre de 2023. No obstante, no estaba dirigido particularmente a ningún candidato. Tras ganar la interna partidaria, Patricia Bullrich le encomendó al expresidente del Banco Nación que, en caso de ser electa, esté al mando de la cartera de Economía y ponga en marcha dicho plan.
En una reciente entrevista radial de más de dos horas, Melconian ofreció un show de metáforas para llegar a “Doña Rosa”. Pero también dio mayores precisiones sobre su hoja de ruta. Constaría de tres grandes ejes: estabilización macroeconómica, reforma del sector público y reorganización del sector privado. El primero de los vectores, a su vez, se segmenta en política fiscal, deuda pública, reforma del Código Civil y bimonetariedad. Este último aspecto, asimismo, vendría de la mano de otro régimen cambiario y una nueva Carta Orgánica del Banco Central.
Aquí nos enfocaremos en algunos de los puntos centrales de la estabilización macroeconómica. Son aquellos que consideramos más relevantes y sobre los cuales hubo mayores precisiones.
Hacia el equilibrio fiscal
Una curiosa conclusión que las elecciones nos dejaron es que las dos principales fuerzas en porcentaje de voto (que acumularon casi el 60% de los votos) llegaron preanunciando un ajuste fiscal. Y es que hay una realidad: un Estado que sistemáticamente gasta más de lo que recauda y no tiene formas genuinas de cerrar esa brecha, encuentra solo en la emisión monetaria la única solución de financiamiento. Hoy pagamos las consecuencias de haber emitido cerca de 20% del PIB en cuatro años, con una estimación piso de inflación 180% anual hacia diciembre.
En este sentido, recortar el gasto es la propuesta más sensata. Si bien la ejecución podría ser algo compleja en términos sociales, a nivel macroeconómico existe un amplio consenso de que no hay mejor ancla que la fiscal.
En este contexto, el objetivo de Melconian sería alcanzar equilibrio presupuestario rápidamente. En el mejor de los casos, hacia finales del primer año de gobierno. ¿Cómo llegar allí? Con recortes en varias partidas. En lo que se refiere a subsidios, el plan contempla reducir entre 1 y 1,5 p.p del PIB en el primer año. Considerando que dicha partida hoy representa 2,5% del producto, implicaría abatir ese gasto a 1-1,5% del PIB, aún por debajo de 1,6% que dejó la gestión anterior.
También aspira a reducir el total de un punto en empleo público, gastos de Ministerios (que idealmente pasarían de 21 a 8), fondos fiduciarios y revisión del Presupuesto 2024. Y otro punto porcentual adicional en reacomodar planes sociales (se habla de “desintermediarlos” y darles una temporalidad definida), transferencias discrecionales a provincias y déficit de empresas públicas. Algo para destacar es que no tiene como objetivo privatizar o cerrar compañías del Estado deficitarias (al menos las más grandes), sino previamente buscar la forma de eficientizarlas.
La convivencia del dólar con el peso
El otro aspecto que nos pareció fundamental del plan de Juntos por el Cambio es el bimonetarismo. ¿Qué significa esta idea? Que los argentinos decidan con qué moneda vivir. Según palabras del mismo Melconian, no sería una competencia, sino un convivencia de monedas.
Hay quienes acusan a este régimen de ser una “propuesta cobarde” de dolarización y, en definitiva, la clave estará en cuándo comenzaría a regir el bimonetarismo de jure. Si es el 10 de diciembre, sin haber hecho aún las reformas necesarias para recuperar la demanda de pesos, esto sí podría desembocar en una dolarización desordenada. No obstante, el presidente de la Fundación Mediterránea – IERAL apuntó que la bimonetariedad es un norte a seguir, no una medida inicial.
En la transición, Melconian dio a entender que habría un desdoblamiento cambiario. Por una ventanilla (y a un precio de dólar determinado) pasarían las operaciones de comercio exterior, es decir, exportaciones e importaciones. Por el otro, las operaciones financieras. Conforme las reformas empiecen a surtir efecto, llegaría la unificación cambiaria.
Por su parte, también se aplicarían reformas macroprudenciales, vinculadas al tipo de cambio, que apuntarían evitar el ingreso masivo (y posterior salida) de flujos de corto plazo. Es decir, se buscaría mitigar la volatilidad asociada a los fenómenos de carry trade.
A su vez, permitiría una suerte de “legalización popular” del uso de divisas. Esto daría lugar a que todos los individuos puedan utilizar un pequeño monto de dólares sin la necesidad de haberlo declarado previamente. La propuesta en cuestión tiene varias similitudes con el plan de “blanqueo popular de mercado” sugerido por Carlos Rodríguez, actual asesor de Javier Milei.
La propuesta de la unificación gradual ha despertado debate entre los economistas. Si bien es cierto que existe una importante demanda reprimida de divisas (principalmente vinculada al giro de utilidades y deuda de importadores) y que las reservas son negativas, las métricas de competitividad darían algo de aire.
El tipo de cambio real (oficial) de hoy es superior al de diciembre de 2015 y el stock de pasivos remunerados es inferior a los niveles máximos a los que se llegó en 2018, cuando existía libre movilidad de capitales. Por otro lado, si el desdoblamiento se hace con una brecha muy alta, habría el mismo problema de incentivos sobre el comercio exterior que existe actualmente (por ejemplo, subfacturación de exportaciones y sobrefacturación de importaciones). Y si se hace con una brecha muy baja, ¿para qué desdoblar?
Más allá de que restar dar muchísimas precisiones, y algunos de los ajustes mencionados parecen menos agresivos de lo que implementaría un “halcón”, el objetivo del referente económico de Bullrich es que este conjunto de reformas sea “hacible”. En contraposición, existe mucho ruido en el mercado acerca de cómo se aplicaría efectivamente el “Plan Motosierra” del candidato libertario junto al resto de propuestas que generan más polémica, como la dolarización. Si bien Milei anunció que está considerando 5 propuestas referidas a la eliminación del peso, también es cierto que hasta sus mismos asesores se contradicen en el momento y la formas de aplicarla.